Cuando uno se sienta a escribir una historia, ¿por donde comienza?
¿Una imagen? ¿Un personaje?¿Una escena?
Como he comentado en artículos anteriores, algunos autores nos cuentan cómo algunas de sus historias nacieron en un sonido, una imagen... En lo personal tengo historias construidas a partir de una sencilla frase (por ejemplo Cuentos de los Ryujin, que comenzó a partir de una línea de un libro de mitología japonesa), o de un sueño (todo el capítulo muestra de La Piedra de Rhem es un sueño que tuve, y que, cuando lo escribí como cuento, mi hermana me pidió que lo novelase), o de una imagen en un sueño (esa se las debo, es La Daga de Diamante, todavía en preparación)...
Para muchos técnicos, escribir una historia es un proceso de creación que pasa por muchas etapas antes de dar nacimiento a una historia.
Para un guión, o para una novela, la presencia de un personaje atractivo es fundamental. Nadie lee una novela en la que el héroe le es indiferente. Pero no es el personaje el punto de partida. Tampoco una idea sin forma, o una anécdota personal. Las anécdotas personales tienen el problema que el autor se aferra a ella, tratando de relatarla fielmente, lo cual conduce a historias sin fuerza dramática.
El punto de partida de la historia es su tema. Según Syd Field, autor del Manual del Guionista, excelente material para escritores de todas clases, “¿Por dónde empieza el guionista? Por un tema y la estructura.” Para este autor, el tema da lugar a una acción y a un personaje que ejecuta la acción.
Al sentarse a escribir, lo primero es decidir cuál es el tema del trabajo. El tema puede ser que el campeón del mundo de los pesos pesados pierde su título y luego lo vuelve a recuperar (Rocky III). O puede ser que un arqueólogo recupera un documento o artefacto famoso que ha estado perdido durante siglos (Indiana Jones y los cazadores del arca perdida). Una vez seleccionado el tema, se debe proceder a darle estructura al argumento. Luego se elaboran las biografías de los personajes. Luego se realizan las investigaciones necesarias... y todo esto antes de escribir el Había una Vez...
Pero el trabajo no se termina ahí. Una vez terminada la primera versión, viene la reescritura, y los retoques necesarios hasta que la novela esté lista para enfrentar al público.
Para tener claro sobre qué línea estamos trabajando, lo más recomendable es definir claramente la idea en papel. Si quieres, como ejercicio, intenta poner tu idea en tres o cuatro frases.
¿De qué se trata la historia? ¿Acción, romance?
¿Quién es el protagonista? ¿Qué le ocurre?
Cada escena de la novela, o del guión, conducen la acción hacia un desenlace. Por lo tanto, se debe seguir disciplinadamente la línea argumental. En el proceso de escribir, es muy fácil perderse entre las idas y venidas de los personajes principales y secundarios. Es muy importante mantener el centro de atención de la historia. Si empezamos con un tema, y terminamos con otro, el interés se diluye y la historia quedará desvirtuada.
¿De qué se trata la historia en términos de la acción y el personaje? ¿Qué está haciendo? ¿Qué le sucede? ¿Adónde quiere llegar?
¿Sobre qué estamos escribiendo? Anótalo. Probablemente tengas que llenar algunas páginas, intenta reducirlas. Los detalles no son importantes ahora. Concéntrate en el tema, la acción y el personaje.
El tema es la guía que tenemos que seguir al estructurar la acción y el personaje dentro de la historia.
¿Por dónde empieza el escritor?
Por el tema y estructura.
Así que nos queda la cuestión de la estructura.
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