jueves, 13 de noviembre de 2008

Guión, ¿por dónde empezar?

A lo largo de estos años que me he dedicado a la literatura, he tenido oportunidad de leer material muy interesante tanto en español como en inglés. Hoy quisiera acercarles un resumen de algo que leí hace tiempo, ya no recuerdo en donde. Se trataba de una guía para escritores de guiones. Pero a mí me resultó muy práctica para escribir novelas.

La idea.
El argumento no puede consistir en una escena inicial y nada más. “Un joven conde y una bella judía en el siglo mil y pico, amor secreto, alquimia, etc.” Esa propuesta me fascinó cuando me la hicieron llegar, pero al empezar a trabajar en ella, encontré unas cuantas dificultades. ¿Dónde, cuándo, quiénes, qué pasa, por qué no pueden estar juntos? Y lo peor: ¿cómo diablos voy a resolver el conflicto?
La idea sobre la cual empezar a escribir debe esbozar de alguna manera el principio, el medio y el final de la historia. Y esto es independiente de la estructura. Hay historias que comienzan por el nudo, pero los personajes se toman su tiempo para recordar e informar al lector acerca de la situación previa y qué ocasionó la ruptura.
De manera que saber adonde vamos es importante, aunque confieso que a veces, mis historias han cobrado vida propia y se transformaron en historias muy distintas de lo que yo tenía en mente. A veces han aparecido personajes y hasta capítulos enteros solo en el proceso de pasar en limpio o corregir una novela. Toda la escena de la danza de la bruja en la lluvia de sangre del Desierto Rojo, en Las Dos Señoras surgió simplemente de tratar de delinear mejor las características del personaje (su sensualidad, su poder, su desenfreno).
Por supuesto, no han leído Las Dos Señoras, no es una novela famosa. Pero es mía, por eso conozco bien su proceso de producción. Su nacimiento, digamos. Y no fue un parto fácil. Esa novela en particular me llevó más de cinco años, porque la abandoné y la retomé un centenar de veces.
En la introducción de La Tormenta del Siglo, Stephen King (él sí es famoso) señala que en alguno de sus trabajos tomó la idea de alguna imagen aislada. Eso puede suceder. Mito (Lluvia y escarcha), de nuevo mío, salió de mirar el cielo una mañana mientras iba al trabajo. Las nubes, rojas por debajo y rosadas por encima parecían una montaña, y en su cima era fácil imaginarse un castillo de luz... Pero sobre ello, tuve que construir toda una historia, y no fue sencillo. Mito se puede descargar en www.scribd.com/doc/2020471/mito
Por otra parte, la Piedra de Rhem empezó como un sueño que tuve, y que escribí a la mañana siguiente. Pero mi hermana me dijo que estaba bueno para una novela, así que me puse a trabajar en ello. El capítulo que originó la novela se puede encontrar en www.geocities.com/eldesvan2009/Piedrarhemmuestra.pdf

Delineando el argumento.
El segundo paso consistiría en decidir cuándo comienza la historia (lo cual trataremos con más detalle en el próximo artículo, lo prometo), qué eventos llevan al nudo, qué sucede en el nudo, y cómo pensamos resolver la situación. La historia no comienza en cualquier punto. La historia, tenga la estructura que tenga, empieza justo antes de que se rompa el equilibrio. Por supuesto, se dedican unas páginas a describir la situación de equilibrio previo. Pero si esta descripción es demasiado larga, la historia no atrapa al lector. Ya lo decía J. R. R. Tolkien (El Hobbit):
“...parece extraño, pero las cosas que es bueno tener y los días que se pasan de un modo agradable se cuentan muy pronto, y no se les presta demasiada atención; en cambio las cosas que son incómodas, estremecedoras, y aún horribles, se pueden hacer un buen relato, y además lleva tiempo contarlas.”
Un genio el hombre.

Nos vemos mañana.

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